Flor Padilla

POR EL CAMINO DE LOS RECUERDOS

Los recuerdos de la infancia son muy importantes, porque es una etapa de descubrimiento, creación y construcción del propio ser y sobre todo del mundo que se prolonga a lo largo de nuestra vida. En mi propuesta hablo de los recuerdos, de los recuerdos de la infancia, de lo importante que son estos en nuestra vida adulta, de cómo estos aun nos generan emociones al solo evocarlos, ya que muchos de estos recuerdos generan en nosotros cadenas de dolor.

Algunos psicólogos afirman que cuando uno trae un recuerdo a la memoria suele atribuirle más emociones de las vividas o le agrega algún elemento más a la escena, por eso dicen que nunca un recuerdo puede ser el mismo. Los recuerdos vienen cargados con una infinidad de elementos que alimentan la escena, pero al mismo tiempo tiene su carga emocional, y es por eso que muchas veces un recuerdo suele hacernos llorar o reír, pues jalamos esa emoción que acompaña a ese episodio vivido.

El siguiente proyecto tiene una fuerte carga personal, la cual es generada por los recuerdos que uno guarda y trae al presente, de cómo estos suelen ser instrumentos de dolor, si es que no se los sabe descargar de la parte emotiva en que fueron generados. Este trabajo es una forma de catarsis personal, y al mismo tiempo invita al espectador a identificarse con estas imágenes, que en si son parte de la vivencia de todos, quien no recuerda su niñez, etapa importante en la vida, a quien no le marco muchas vivencias de aquellos primeros años, y cuantos recordamos esos momentos con tanta nitidez, incluso muchas veces mejor que los recuerdos más actuales. Esta propuesta invita a todo el que quiera apreciarla a identificarse con esos momentos claves en la vida, que siempre estarán presentes a través de los recuerdos, y es que ellos nunca se irán, tal vez logremos guardarlos en lo más profundo de nuestro subconsciente, pero seguirán ahí dentro de nuestra memoria, lo que de repente logremos con el pasar de los años es que ellos ya no vengan cargados de dolor, que solo sean imágenes de un pasado, y al recordarlos no nos llenemos de nostalgia, o porque no decirlo de dolor. La vida merece ser vivida, recuperada por la memoria y sobre todo reconciliarnos con ese pasado que aunque pueda causarnos dolor, su solo recuerdo es parte de lo que somos y seremos.